De México a Valencia



Ya son cuatro semanas en que dejé la ciudad de México y cruce el atlántico para llegar a España, el país que nos conquistó, nos legó su lenguaje, nos heredó diferentes costumbres y nos regaló su fanática religión. El viejo continente es un conjunto de multiculturalismo, de razas, lenguajes, vestimentas y un sinfín de tradicionalismos, que a simple vista no alcanzamos a comprender.

Dejar México fue difícil, decidir cambiar todo, abandonar lo conocido y lo cómodo. Por lo inusual, la inseguridad y el miedo de las cosas simples, pero sabía que no venía sólo, llegue aquí con Noelia, la principal razón por la que dejé lo habitable, lo familiar y lo tradicional, para dar pie a una nueva experiencia de vida, para ver otro universo, tal vez más pequeño o tal vez más grande. Pero que a fin de cuentas, es un nuevo principio.

Con Noelia todo cambió, desde que llegó a México, desde que la conocí, desde que comencé a vivir con ella y a pesar de todo el daño que le hice, descubrí que por primera vez el amor –palabra o sentimiento del que yo siempre me burlé, ignoré y di como eufemismo– lo comprendía; tardé mucho en sentirlo, tardé mucho en dejarme querer, pero al final lo acepte y la necesidad de dejar México era urgente, por el bien de los dos, que necesitábamos salir de la ciudad porque los conflictos por los que cruzábamos nos estaban ganando y nos iban a hundir por completo.

Dejo mi cruz, para cargar otra, aunque esta nueva es mas liviana; dejo los miedos que tenía diario, todas las máscaras, abandono el conformismo, la actuación queda atrás, la gente estará en mis recuerdos, a algunos no quiero ni recordarlos, ojala a mucho(a)s no los hubiera conocido, pero toda relación humana que cruza nuestros caminos, llega por algo, sea para bien o para mal, todo es parte del aprendizaje de nuestras vidas. Si caemos una vez en el lodo, agonizando y sufriendo, siempre pediremos perdón por lo que hemos echo y en el momento en que estemos completamente limpios, olvidaremos nuestros pecados y los repetiremos una y otra vez, a menos que aprendamos que existe la posibilidad y la opción de seguir a otras tierras, de caminar por otros senderos sin repetir aquellos por los que cruzamos ya en otras ocasiones.

Mi vida ahora es completamente nueva, mucho de lo que aprendí lo sigo sosteniendo al igual que mucho en lo que creo, hago una vida; no única ni diferente, pero ahora comparto todos mis momentos con una persona más y eso es lo que apremia hoy, cualquier sacrificio. Pero eso no quiere decir que las experiencias y el aprendizaje se hayan frenado, porque todavía hay más lecciones y más caminos por los que seguir, los comparto y les doy más valor.

en miércoles, junio 18, 2008 , 3 Comments

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