Tiempo de temporada

1.

Ayer y hoy existen personas que migran de su país o de sus pueblos, que  transportan sus vidas por supervivencia,  como los llamados Okies que huían de la gran depresión  en lo años veinte cruzando gran parte del árido territorio de los Estados Unidos de Norteamérica hasta California sólo para trabajar en el campo, en las colectas de frutas y vegetales y en las vendimias. O los gitanos que migraban de una nación a otra negociando servicios y vendiéndolos, las caravanas de shows freaks y circos que recorrían Europa; y por último aquellos que se dedican al turismo (temporeros), a dar un servicio a un sector salvaje, que necesita soltar, transgredir toda regla posible, hacer lo que está prohibido en sus tierras. Si los jornaleros recolectaban productos, los temporeros recolectan el “gozo” que los de afuera dejan.

Este año, por segunda ocasión regreso a la pequeña isla de Formentera vecina de la idílica isla Ibiza, donde trabajaré en el bar del puerto, un trabajo por una parte extremo y  por otra sencillo, porque conforme el tiempo pasa se vuelve una labor mecánica y física, con movimientos ajustados y pasos a seguir que se vuelven instintivos. Extremo: por la complicación de los clientes, los diferentes carácteres, lenguas y excentricidades, exigencias a las que uno debe ajustarse, aunque a veces se pierda la cabeza, porque no se trata de sumisión hacía el turista, ni siquiera de que ‘el cliente siempre tiene la razón’ sino de una labor titánica de seis meses, el periodo de vigencia de una temporada de sol, playa y fiesta.

Durante el transcurso de la temporada narraré la vida del bar, de sus gentes, la isla, las fiestas, la población autóctona y más cosas entrañables que existen dentro de  un pequeño cosmos que la isla sólo mantiene durante unos meses y que vive de eso.

en lunes, mayo 03, 2010 , 1 Comment

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