Relajarse…


Si tuviera que utilizar una palabra para definir los meses de julio y agosto sería, relajarse, no existe ninguna otra; esta es la vida de España, de un país que chupa la sangre de los más débiles, pero ese es otro cuento. El verano, sí existe aquí y todo mundo se “soba el lomo” diez meses enteros para disfrutar de estos y a pesar de eso, escuchas las frases, “no podemos hacer nada; estamos en crisis”, “no hay mucho trabajo; es por la crisis”, “mejor me pongo en paro”, pero eso sí, me voy a la playa, al chalet, al bosque, voy a todos los festivales de música y la vida es una completa y vana distracción de la verdad de la vida. Para suerte de los que nacieron de este lado del mundo, estos son los beneficios del estado de bienestar, esa propuesta económica que disfraza y administra el bien común y a la sociedad le coloca un velo de fantasía más grande que cualquier película de Walt Disney.

Para mi, relajarme, ni que tuviera 80 años o me doliera la columna, la mentira de la vida es disfrazar las necesidades, las crisis, los momentos, como si toda nuestra vida fuera un “spa”, engañados y frustrados. Sin explotar, el status de nuestras vidas ya no está reflejado por la calidad de vida que tenemos, por esta calidad me refiero, al nivel de experiencias que uno tiene a lo largo de su vida.
Lo verdadero es que cuando viejos seamos, podamos de verdad descansar y relajarnos y poder contar todo aquello que en nuestra juventud y en nuestra edad adulta vivimos, pero vivir no es estar tostándose entre la arena y el sol, durante 5 o 6 horas, comer y dormir lo que resta del día. Eso es lo que aquí llaman, la buena vida.

Es extraño y muy duro aceptar éste estilo de vida y no, no lo voy a tolerar, qué fastidio, qué loco fastidio, es un completo chasco, pero los caminos se eligen y se forjan y cada uno le da el orden que uno necesite.

Viejas vidas extraño, moldes que en un momento fueron ideales sin confusiones, que hubiera hecho Henry Miller sin Mona o Tomas sin Teresa (personajes de la insoportable levedad del ser), o Mary Shelley sin Percy, lo que los escritores predicaron –gente que no tuvo que ir a una escuela para aprender a escribir – y vivieron experimentando, aprendiendo la realidad de la locura, el amor y comprendió que el momento más sencillo, podía ser el más grande y que dormir en una playa era la vida de aquel soñador que no reconoce otro camino, sólo aquel que está plantado por los velos de una realidad pintada con los colores más claros, sin metáforas, sin misterios y sin crisis.

La noche y el día pintan muchos destinos, la fiesta, el deambular, los caminos sin sentido, el amor, la locura, el desastre, el caos, seguiré por todos estos senderos, no sabré a dónde llegaré, pero eso sí en varios estaré.

en viernes, agosto 08, 2008 , 1 Comment

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